nuestra historia.
Dos religiosos franciscanos y yo (Fr. Pablo Cárdenas C.) tuvimos un retiro con la Madre Teresa Knapp, (ella es una religiosa norteamericana que vivía en Guadalajara, Jal).
1978.
En un retiro en Santa María del Río (población cercana a San Luis Potosí) con un grupo de jóvenes, en una asamblea de oración, uno de ellos dio estas palabras: El Señor dice: “Deseo formar con ustedes una comunidad religiosa, los llamo a comprometerse conmigo, los llamo a colaborar conmigo. Mi pueblo anda como ovejas sin pastor, quiero que evangelicen a mi pueblo y que lo organicen en comunidades semejantes a las que están descritas en mi Palabra”.
1979
Un día, cuando estos jóvenes oraban en la capilla, yo escuchaba los cantos y súplicas que hacían a Dios. Ese día me llamó fuertemente la atención una súplica que hacían: Señor concédenos iniciar una Congregación religiosa en la que nos dediquemos de tiempo completo a la oración, a la evangelización y a compartir tu Palabra. Estas palabras despertaron en mí el recuerdo del mensaje que había recibido tres años antes.
1980
Iniciamos la Comunidad Católica Carismática de Alianza con un grupo de 120 personas. Yo dediqué casi todo mi tiempo y atención a la organización y enseñanzas de dicha comunidad, en especial a los matrimonios.
1984
La inquietud de iniciar un Instituto de Vida Consagrada seguía latente. En este año murió en un accidente Andrés Garza, que era el líder de los jóvenes y el que más deseaba consagrarse a Dios. Con ocasión de su muerte brotó con fuerza el ideal de la consagración.
1985.
Un grupo de jóvenes perteneciente a la Comunidad de Alianza, que estudiaban en la Universidad, (algunos ya habían terminado su carrera) oraban en voz alta en la Capilla, pidiendo a Dios que nos concediera un Instituto Religioso que se dedicara a la oración, a la evangelización y a la formación de comunidades. Al escucharlos orando de esa manera, yo capté en mi espíritu que Dios me mostraba claramente que ya era el tiempo de iniciar el Instituto.
En este año nos presentamos con el Sr. Don. Ezequiel Perea Sánchez (q.e.p.d), entonces Obispo de San Luis Potosí, el cual nos dio verbalmente su apoyo y anuencia para continuar.