El Proyecto que Dios Padre nos da ha conocer es Jesucristo.
Para permanecer en Cristo y ser configurados con Él por el Espíritu,
deseamos ser:
HOMBRES DE ORACIÓN, de intensa vida litúrgica y sacramental, que vivamos en comunión con Cristo y en Él y por Él con el Padre. Como familia de Dios tenemos a la Virgen María como nuestra madre espiritual. En comunión con María y todos los santos deseamos aprovechar todos los medios que el Señor nos da para vivir en el Espíritu.
HOMBRES DE LA PALABRA. El mismo Espíritu hace que la podamos entender, vivir y transmitir, siempre en comunión con toda la Iglesia y en fidelidad a su Tradición y Magisterio.
HOMBRES DE FRATERNIDAD, que deseamos relacionarnos en el amor, en la verdad, en la lealtad y en la rectitud. En Cristo somos hijos amados del Padre y verdaderos hermanos, participantes de un mismo Espíritu.
Nuestra fuerza nos viene de la Alianza con Dios y de unos con otros, de esta manera podemos perseverar en el proceso de conversión, abiertos al Espíritu Santo y a sus carismas, en una actitud de servicio y fraternidad, de tal modo que Jesús sea cada ves más el Señor de cada área de nuestra vida personal y comunitaria; así viviremos y promoveremos la cultura y la civilización del Amor.
Para vivir con fuerza nuestra vocación y misión se requiere que luchemos firmemente contra Satanás y contra las fuerzas del mal, revestidos de Cristo con las armas invencibles de Dios.
Somos hombres llamados a vivir en comunión con Dios y en comunión fraterna, centrados en la Palabra de Dios y fieles al Magisterio de la Iglesia.