Espiritualidad Mariana

Nuestra principal advocación mariana es: MARÍA MADRE DE LA IGLESIA.

Maria Madre de la Iglesia copia

La Iglesia busca la gloria de Cristo y mira hacia la Virgen María que lo engendró por obra del Espíritu Santo.

Nosotras la veneramos con inmensa ternura, viendo en ella el tipo y modelo de la Iglesia en la fe, en la esperanza y en la caridad, honrándola principalmente con el título: MARÍA MADRE DE LA IGLESIA.

Somos Hijas de la Iglesia y amamos con verdadero amor de hijas a la Madre de la Iglesia, para ser a imitación de Ella, madres para las almas que Dios nos confíe, tomadas de su mano las llevamos a Jesús.

Nuestra principal advocación mariana es María Madre de la Iglesia; la veneramos con inmensa ternura, viendo en ella el tipo y modelo de la Iglesia en la fe, en la esperanza y en la caridad.

El Vaticano estableció la memoria a través de un Decreto de la Congregación para el Culto Divino firmado el 11 de febrero de 2018.

El documento sostiene que el Papa Francisco “consideró atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana”.

En el decreto, la misma Congregación señala que “esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.

La Iglesia busca la gloria de Cristo y mira hacia la Virgen María que lo engendró por obra del Espíritu Santo, por ello, la devoción a la Virgen María consiste en una pronta disposición de la voluntad para tributarle aquellos homenajes y demostraciones de amor que merece como Madre del Verbo Encarnado. 

Procuramos evitar todo lo que desagrade u ofenda a su Divino Hijo Jesús, tratando de imitar sus virtudes de caridad, fe, esperanza, total disponibilidad, pureza, humildad y espíritu de sacrificio.

La devoción a la Virgen María consiste en una pronta disposición de la voluntad para tributarle aquellos homenajes y demostraciones de amor que merece como Madre del Verbo Encarnado. C. 17

Procuramos evitar todo lo que desagrade u ofenda a su Divino Hijo Jesús, tratando de imitar sus virtudes de caridad, fe, esperanza, total disponibilidad, pureza, humildad y espíritu de sacrificio.