Virtudes Propias

Caridad

Es nuestra virtud por excelencia, es el don preciosísimo del Corazón sacerdotal de Cristo y de su Espíritu que brota del Amor que hay entre el Padre y el Hijo, porque en la medida en que amemos a Dios, amaremos a los hermanos.

“El verdadero amor es darlo todo, entregarlo todo por el Amado y tener por nada ese todo, hasta entregarse uno a sí mismo”. P. Edmundo Iturbide Reygondaud, msps

Abnegación

La abnegación es tener espíritu de sacrificio y humildad, nos ayuda a olvidarnos de nosotros mismos para ayudar a los demás por amor a Dios. Con ello imitamos a Cristo quien por amor a nosotros murió en la cruz.

 
Quiero agradar a Jesús y a mi Madre del Cielo, olvidarme de mi misma y tratar de crecer en la Divina Caridad. Sierva de Dios Martha Christlieb Ibarrola

Fidelidad

Es la virtud que inclina a la voluntad a cumplir exactamente lo que prometimos, conformando de este modo las palabras a los hechos; nos lleva a mantener a través del tiempo el compromiso tomado en un momento determinado de la vida. Vivimos la fidelidad, como virtud fundante mediante nuestra adhesión a la Voluntad de Dios, a la jerarquía de la Iglesia y al espíritu de nuestros fundadores.

“Todo depende de la fidelidad con que nos entreguemos más y más a Jesús con generosidad y decisión” P. Edmundo Iturbide Reygondaud, msps

Humildad

Es aquella virtud por la cual, al estar frente a la grandeza de Dios, reconocemos nuestras propias miserias y limitaciones y movidos por el amor misericordioso que nos manifiesta, confiamos plenamente nuestra vida en sus manos.

“Un alma humilde desarma a Dios”. P. Edmundo Iturbide Reygondaud, msps

Alegría Espiritual

Es el primer fruto de la caridad, característica de sabernos amados por Dios, así descubrimos en la cruz la fuente inagotable de su gozo.

Virgen Inmaculada, Causa de nuestra Alegría, ayúdame a trabajar con entusiasmo y verdadera alegría para ser de veras lo que Jesús quiere de mí. Sierva de Dios Martha Christlieb Ibarrola